jueves, 10 de noviembre de 2011

Pequeña maravilla: Roger Taylor Jeff Beck. Say it's not true

Para emocionarse.....

Ringo Starr Argentina 2011


Apenas pasadas las 21.00 hs del 8/11/2011 la All Starr Band dio inicio al segundo show de Ringo Starr en Buenos Aires. Sobre el escenario Rick Derringer en voz y guitarra, Richard Page en el bajo, Wally Palmer en guitarra y voces, Edgar Winter en teclados, percusión, saxo y cualquier otra cosa que le pusieran por delante, Gary Wright en sintetizador, Gregg Bissonette (impecable) en batería y Mark Rivera en teclados percusión y voces comenzaron con "It don't come easy" al tiempo que las luces se apagaban y la emoción crecía. De pronto, sin preámbulo, desde la derecha del escenario, la figura pequeña, enjuta, enfundada en negro (saco, remera y jeans, al igual que los anteojos) de este gigante de Liverpool, irrumpió micrófono en mano diciéndonos "got to pay the dues if you want to sing the blues, 'cause you know it don't come easy". Nada más fue necesario para que el estadio literalmente delirara. Ringo Starr saludaba a una embelesada audiencia que apenas podía creer que estaba por primera vez presenciando un show del baterista de The Beatles. Con esa sencillez, pero con esa contundencia, Ringo decía "aquí estoy" y la gente respondía con idolatría a su natural carisma y simpatía. Pocas veces en la historia de la música contemporánea un baterista de mínima pirotecnia en los tambores, con una voz pequeña, lejos de las cualidades técnicas de un cantante, con una presencia física tan "normal", ha despertado tal admiración y fidelidad en su público. Ringo, indudablemente, es mucho más de lo que uno ve, hay en él una magia que va más allá de cualquier análisis, disección o lupa técnica que se quiera poner sobre su persona. Sencillamente Ringo es Ringo. Y sabe lo que hace y sabe lo que es.
En sus casi dos horas de show, la excepcional banda que ha sabido aglutinar en torno a su persona (en rigor, todas las versiones de la All Starr Band han sido destacables), impactó a una audiencia que no dejaba de festejar cada uno de los temas (clásicos todos ellos de los 60's, 70's, 80's), con participación de cada uno de sus miembros (memorable, sin desmerecer a los demás, el "Frankenstein" de Edgar Winter). Estas participaciones fueron presentadas o bien por Ringo o bien por alguno de los All Starr con una enorme naturalidad, sin remarcar en ningún momento que quién estaba en el escenario era nada más y nada menos que un Beatle. Y de hecho, Ringo jamás (y creemos que esto altamente remarcable) apeló al golpe bajo o a la fama de la banda de Liverpool, cosa que sin duda y con todo derecho podría haber hecho. La única vez que hizo mención a una banda anterior fue para contar (en sus propias palabras) "esta es una canción que solía cantar en una banda en la que alguna vez estuve....'Rory Storm & The Hurricanes'.....y se llama Boys", tras lo cual arremetió con el tema haciendo bailar a todos los que estábamos allí. Además, su voz llevó adelante intercalados con los temas de su banda, "Honey Don't", "Choose Love", "I wanna be your man", "The Other Side of Liverpool", "Yellow Submarine", "Back Off Boogaloo", "Photograph", "Act Naturally", y "With a Little Help From My Friends", con la que finalizó el show, para volver cuando la banda transformó esta melodía en "Give Peace a Chance". Desde el público le llovieron banderas y camisetas argentinas, banderas de The Beatles, globos amarillos y un colgante rojo con el símbolo de la paz que Ringo eligió ponerse al cuello, mientras que los demás elementos eran amorosamente colocados al pie de su batería y los globos devueltas al público.
Un showman de enorme talento y simpatía que no usó la fama de la banda en la que estuvo para generar en el público una respuesta que no necesita buscar en otros diplomas. Ringo es un nombre propio que no necesita apellidos a esta altura. Es sencillamente una estrella con brillo propio, como esas que lucían y relucían en su hermosa Ludwig en el centro la banda, o como la enorme estrella que hacía de telón a su escenografía. Un espectáculo emotivo, vibrante y de una enorme calidad musical. A la altura de un Beatle. Ni más, ni menos.

(Fotos: Copyright Gustavo Ghisalberti)
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