viernes, 6 de marzo de 2009

Rodofo García, parte de la historia.

Decir que Rodolfo García es un de los grandes músicos argentinos es, a esta altura de las cosas, casi una redundancia. Su nombre es sinónimo de rock nacional en páginas gloriosas como Almendra y Aquelarre. También integró Huinca (junto a Litto Nebbia), Tantor, creó La Barraca y es además un personaje en permanente contacto con la cultura, ya sea desde su actividad musical, como en la función pública (ya que ha sido parte de diferentes staffs en áreas de gobierno tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la Provincia). También ha sido convocado como jurado en diversos eventos, como los Premios Clarín, la Fundación Konex. Como si esto no bastara, Rodolfo ha encarado la tarea de conducir programas de radio dedicados a la música, uno de ellos muy particular, llamado “El Solar de los Aburridos” dedicado en exclusiva al rock no anglosajón.
Pero claro, es inevitable volver a su papel en el rock nacional, cuando en aquellos mágicos inicios formó (junto a Luis Alberto Spinetta, Emilio Del Guercio y Edelmiro Molinari) Almendra, uno de los proyectos más fascinantes en nuestra historia musical. Apenas un par de discos en la primera etapa, una reunión para un tercero y un registro en vivo le dieron a la banda, muy merecidamente, la categoría de leyenda. Mundos etéreos, rock del bueno, poesía y vuelo, potencia y sutileza, fueron los elementos que Almendra acrisoló en su producción y que la hacen aún hoy, a casi más de cuarenta años, una de las mejores expresiones artísticas que hemos tenido.
Y de aquella diáspora luminosa que Almendra generó en su disolución, surgieron Color Humano, Pescado Rabioso y Aquelarre, formidable cuarteto que fue un paso adelante en nuestro rock, siendo que nuestro rock por aquel entonces ya estaba un paso adelante. Rodolfo García en batería, Emilio del Guercio en Bajo, Héctor Starc en guitarra y Hugo González Neira en teclados construyeron una trayectoria difícilmente olvidable, con un impactante repercusión en España, donde aún hoy siguen siendo influencia para muchos.
Pero además, habiendo tenido la oportunidad de conocerlo y entrevistarlo, podemos asegurar que a Rodolfo García se le agrega una más a las virtudes que en lo artístico y profesional le sobran: una humildad y simpleza que asombran, perfil bajo y cordialidad que redondean la semblanza de un grande. El rock nacional ha tenido (y tiene) la fortuna de contar con él.
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