En mayo de 1967, un grupo de música inglés, editaba un simple que iba a convertirse en un éxito de ventas inmediato. Uno de sus temas era A whiter shade of pale, un nombre enigmático por cierto. El tema en cuestión comenzaba con un solo de órgano Hammond que nos remitía en algún punto a la música barroca , al gran Johann Sebastian Bach. Luego la letra nos sumergía en un mundo que no entendíamos demasiado. Sin embargo la combinación de ambas era perfecta.
El grupo era Procol Harum. Su líder Gary Brooker era el que lo cantaba. El autor de la letra era Keith Reid y el organista Matthew Fisher.
El grupo era Procol Harum. Su líder Gary Brooker era el que lo cantaba. El autor de la letra era Keith Reid y el organista Matthew Fisher.
Un tema hipnótico, surgido en plena psicodelia, que se ha convertido en un sello de autor. A propósito, el organista que les comentábamos, Matthew Fisher, no figuraba en los créditos del tema, aunque él aducía haber arreglado la música.
Esta cuestión le fue reclamada en su momento a Brooker, sin éxito. Los años pasaron y, finalmente en el año 2005, Matthew decide llevar el tema a la justicia inglesa que se expide a su favor en el año 2009. De este modo, independientemente de tener que figurar como autor, (además de Brooker y Reid), se determinó que un 40 % de las regalías le corresponden.
Al margen de estas cuestiones legales, a veces interminables, lo importante es que el magnetismo del tema llevó a artistas como Eric Clapton, Sarah Brightman, Annie Lennox, Willie Nelson y Joe Cocker, entre otros, a versionarlo en una especie de rendition, como dicen los ingleses. Y a nosotros, a recordarlo.
Esta cuestión le fue reclamada en su momento a Brooker, sin éxito. Los años pasaron y, finalmente en el año 2005, Matthew decide llevar el tema a la justicia inglesa que se expide a su favor en el año 2009. De este modo, independientemente de tener que figurar como autor, (además de Brooker y Reid), se determinó que un 40 % de las regalías le corresponden.
Al margen de estas cuestiones legales, a veces interminables, lo importante es que el magnetismo del tema llevó a artistas como Eric Clapton, Sarah Brightman, Annie Lennox, Willie Nelson y Joe Cocker, entre otros, a versionarlo en una especie de rendition, como dicen los ingleses. Y a nosotros, a recordarlo.
PS: como tal vez recuerde algún oyente de La Salamandra, hay una versión que nos parece fantástica: es la de Glenn Hughes y Marc Bonilla del álbum American Matador.