El sábado 24 de Mayo de 1941, a las 9.05 de la noche, en el Hospital Mary de Duluth, Minnesota, nace Robert Allen Zimmermann, el hombre que con el correr de los años sería Bob Dylan, una leyenda cuyo autor es él mismo. Persiguiendo la figura de su ídolo Woody Guthrie, Bob llegaría a inventarse una historia, o muchas, deformaría sus orígenes, alimentaría mitos y sin dudas sabría abrirse camino en la historia de la música contemporánea con su enorme talento y con su férrea determinación. Cuando en su primera presentación en New York un crítico aventuró que "Bob Dylan está hecho del material con el que se hacen las leyendas" no se equivocó. A medida que su fama crecía como músico folk, Dylan iba tomando conciencia de que su rol debía estar mucho más allá de un sólo género. Así es que en el Festival de Newport de 1964, horroriza a la cerrada audiencia folk al electrificar su número, ganándose en apodo de Judas y un enorme rechazo del público. Pera ya la marcha de Dylan era imparable, y se erigió en el representante de toda una generación de jóvenes que encontraron en su voz las palabras que querían expresar sobre la guerra, la moral y la hipocresía que sumía a la sociedad norteamericana (y mundial) por aquellos años. Y en cada uno de sus giros a lo largo de su carrera, Bob Dylan supo amplificar la voz popular en su guitarra y en su armónica a veces, y otras en su banda de rock, fuese cual fuese según la época, con un desasosiego que de ninguna manera deja de lado la esperanza. La lista de sus álbumes es enorme, tanto como la de sus canciones que son parte del inconciente colectivo, siendo uno de los más prólifcos autores contemporáneos: "Blowing In The Wind" "Mr. Tambourine Man", "Just like a Woman", "A hard rain's gonna fall", "Don't think twice is alright", "All along the Watchtower", "Lay, Lady, Lay", "Maggie's Farm", "Masters of War", "Knocking on Heaven's Door", "Idiot Wind" "Like a Rolling Stone" y tantísimas otras más.
Quizás este breve comentario (que de ninguna manera intenta ser una biografía) deba terminar con la descripción que, con su acostumbrada y filosa ironía, hace de sí mismo: "¿Quién es Bob Dylan? Yo sólo soy Bob Dylan cuando tengo que ser Bob Dylan. La mayoría del tiempo yo quiero ser yo mismo. Bob Dylan nunca piensa sobre Bob Dylan. Yo no pienso en mi mismo como Bob Dylan. Es como dijo Rimbaud: Yo soy el Otro".
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